domingo, 5 de enero de 2014

Las abarcas desiertas en la noche de reyes

Las Navidades poco a poco llegan a su fin, si bien la noche del 5 de enero es una de las noches más especiales para niños y mayores. Espero que esta noche sea especial, sea divertida y te haga feliz.

En este día me acuerdo de las abarcas desiertas de Miguel Hernández, de la injusticia de un mundo despiadado con los más pobres y débiles. Saluda y brinda esta noche por un año en el que más personas nos rebelemos contra la leyes injustas, contra las medidas que nos denigran como seres humanos, contra todos aquellos que no respetan los derechos humanos; contra todos aquellos que nos quieren machacados, dóciles y en casa.  Deseo que las cartas de niñas y adultos estén llenas de savia para afrontar el nuevo año.



Las abarcas desiertas


"Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas
mis abarcas desiertas."

Miguel Hernández

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